El ente sanitario dice que la cifra de casos confirmados es un recuento insuficiente por los recursos de laboratorios limitados.
La viruela del mono está creciendo gradualmente. Foto: Creative Commons
La Organización Mundial de la Salud confirmó ayer que se reportaron 780 personas con viruela de mono. Los laboratorios de 27 países no endémicos notificaron al ente, pero el nivel de riesgo global se mantuvo moderado.
A su vez, la OMS agregó que la cifra total posiblemente fue una subestimación debido a la poca información epidemiológica y de laboratorio. “Es muy probable que otros países identifiquen casos y habrá una mayor propagación del virus”, agregó la agencia de salud de la ONU.
Por su parte, también se contabilizaron pocas hospitalizaciones y escasos pacientes aislados. La mayoría de los contagios provenían de Gran Bretaña, Canadá, España, Portugal y Alemania.
Además, otras regiones del planeta informaron que también tuvieron casos de este virus. Entre ellos, Estados Unidos, Israel, Argentina, Australia, Marruecos y Emiratos Árabes Unidos. Y un caso de viruela símica de una nació no endémica se considera un brote.
“Algunos países informan que las nuevas generaciones de casos ya no aparecen solo entre contactos conocidos de casos previamente confirmados. Lo que sugiere que las cadenas de transmisión se están perdiendo debido a la circulación no detectada del virus”, añadió la OMS.
“Aunque el riesgo actual para la salud humana y para el público en general sigue siendo bajo, el riesgo para la salud pública podría volverse alto si este virus aprovecha la oportunidad de establecerse en países no endémicos como un patógeno humano generalizado. La OMS evalúa el riesgo a nivel mundial como moderado considerando que esta es la primera vez que se informan muchos casos y grupos de viruela símica al mismo tiempo en países endémicos y no endémicos”.
La semana pasada, el ente mundial convocó a más de 500 expertos y más de 2000 participantes para discutir las brechas de conocimiento y prioridades de investigación sobre el virus. Estos afirmaron la necesidad de estudios clínicos de vacunas y tratamientos para entender mejor su eficiencia. Y pidieron una investigación más rápida sobre la epidemiología y cómo se transmite la enfermedad.
Pacífico Comunicaciones
Victor Villasante
El clima de la Tierra está cambiando más rápido de lo que esperábamos. Un nuevo estudio dirigido por el Instituto Weizmann de Ciencias revela que las tormentas en el hemisferio sur ya han alcanzado niveles de intensidad que antes se preveían sólo para el año 2080.
El cambio climático dará que hablar en un futuro no tan lejano. Foto: Creative Commons
Una treintena de enormes e intrincadas redes informáticas sirven a los científicos que están en la vanguardia de la investigación sobre el cambio climático. Cada red ejecuta un programa informático compuesto por millones de líneas de código. Estos programas son modelos computacionales que combinan las miríadas de fenómenos físicos, químicos y biológicos que en conjunto forman el clima de nuestro planeta. Los modelos calculan el estado de la atmósfera, los océanos, la tierra y el hielo de la Tierra. Lo hacen captando la variabilidad climática pasada y presente y utilizando los datos para predecir el cambio climático futuro.
Estos resultados son analizados por los principales institutos de investigación de todo el mundo, incluido el Instituto Weizmann de Ciencias. Y luego se incorporan al informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Los responsables políticos se basan en el informe del IPCC para elaborar estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático, una de las mayores crisis de nuestra generación.
Un nuevo estudio, publicado hoy en Nature Climate Change, sin duda hará que el IPCC -y otros organismos medioambientales- tomen nota. Un equipo de científicos dirigido por Rei Chemke, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Weizmann, ha revelado una considerable intensificación de las tormentas invernales en el hemisferio sur. El estudio, realizado en colaboración con Yi Ming, de la Universidad de Princeton, y con Janni Yuval, del MIT, seguramente causará sensación en el debate sobre el clima. Hasta ahora, los modelos climáticos preveían una intensificación de las tormentas invernales provocada por el hombre sólo hacia finales de este siglo.
En el nuevo estudio, Chemke y su equipo compararon las simulaciones de los modelos climáticos con las observaciones actuales de las tormentas. Su descubrimiento fue sombrío. Quedó claro que la intensificación de las tormentas en las últimas décadas ya ha alcanzado los niveles previstos para el año 2080.
«Una tormenta de invierno es un fenómeno meteorológico que dura sólo unos días. Individualmente, cada tormenta no tiene mucho peso climático. Sin embargo, el efecto a largo plazo de las tormentas de invierno se hace evidente cuando se evalúan los datos acumulados recogidos durante largos períodos de tiempo», explicó Chemke. De forma acumulada, estas tormentas tienen un impacto significativo, afectando a la transferencia de calor, humedad y momento dentro de la atmósfera, lo que consecuentemente afecta a las distintas zonas climáticas de la Tierra.
«Un ejemplo de ello es el papel que desempeñan las tormentas en la regulación de la temperatura en los polos de la Tierra. Las tormentas de invierno son responsables de la mayor parte del transporte de calor desde las regiones tropicales hacia los polos. Sin su contribución, las temperaturas medias de los polos serían unos 30°C más bajas». Asimismo, la intensificación colectiva de estas tormentas supone una amenaza real y significativa para las sociedades del hemisferio sur en las próximas décadas.
«Elegimos centrarnos en el Hemisferio Sur porque la intensificación registrada allí ha sido más fuerte que en el Hemisferio Norte», dijo Chemke. «No examinamos el Hemisferio Norte. Pero parece que la intensificación de las tormentas en este hemisferio es más lenta en comparación con la del Hemisferio Sur. Si la tendencia persiste, observaremos una intensificación más importante de las tormentas invernales aquí en los próximos años y décadas».
En su laboratorio del Instituto Weizmann, Chemke investiga los mecanismos físicos que subyacen al cambio climático a gran escala. En este estudio, él y sus compañeros de investigación trataron de entender si estos cambios en los patrones climáticos fueron causados por factores externos (como la actividad humana), o si han sido el resultado de las fluctuaciones internas del sistema climático global. Analizaron modelos climáticos que simulaban patrones de intensificación de tormentas bajo la influencia aislada de causas climáticas internas, sin impacto externo. Demostraron que, en los últimos 20 años, las tormentas se han intensificado más rápido de lo que puede explicar el comportamiento climático interno por sí solo.
Además, los investigadores descubrieron el proceso físico que subyace a la intensificación de las tormentas. Un análisis de la tasa de crecimiento de las tormentas demostró que los cambios en las corrientes de chorro atmosféricas de las últimas décadas han provocado estas intensificaciones. Y que los modelos climáticos actuales son incapaces de reflejar estos cambios con precisión.
El estudio de Chemke, Ming y Yuval tiene dos implicaciones inmediatas y considerables. En primer lugar, muestra que no sólo las proyecciones climáticas para las próximas décadas son más graves que las evaluaciones anteriores, sino que también sugiere que la actividad humana podría tener un impacto mayor en el hemisferio sur de lo que se estimaba anteriormente. Esto significa que se requiere una intervención rápida y decisiva para detener el daño climático en esta región. En segundo lugar, es necesario corregir el sesgo de los modelos climáticos para que éstos puedan ofrecer una proyección climática más precisa en el futuro.
¿Podrían los modelos climáticos estar prediciendo incorrectamente otros fenómenos importantes? «Los modelos están haciendo un muy buen trabajo en la predicción de casi todos los parámetros», dice Chemke. «Hemos descubierto un parámetro para el que hay que ajustar la sensibilidad de los modelos. Los cambios en la temperatura, las precipitaciones, el hielo marino y los patrones de las tormentas de verano, por ejemplo, se están simulando con precisión».
Se espera que las conclusiones del estudio ayuden a los investigadores del clima de todo el mundo a corregir el sesgo de los modelos y a crear una predicción más precisa de los patrones climáticos futuros. Además, la comprensión actualizada de la intensificación de las tormentas invernales en las últimas décadas nos ayudará a comprender mejor el estado del clima de la Tierra. Los científicos del clima podrán ahora estimar con mayor precisión la magnitud de los daños que se prevé que cause el cambio climático. Estos daños sólo podrán mitigarse si la humanidad interviene y asume su responsabilidad en el futuro del planeta.
Fuente: Aurora Digital
Pacífico Comunicaciones
Victor Villasante
Israel ha detectado un primer caso sospechoso de viruela de mono en un hombre que regresó recientemente al país desde Europa occidental, informó el Ministerio de Salud.
Foto ilustración: Biblioteca de Imágenes de Salud Pública del CDC de EE, UU. Wikimedia Dominio Público
«Un hombre de unos 30 años acudió al hospital Ichilov de Tel Aviv con síntomas que indican viruela de mono después de haber estado expuesto a un paciente de viruela de mono en el extranjero», indicaron anoche las autoridades sanitarias.
Su estado clínico es bueno pero fue hospitalizado para llevar a cabo una investigación epidemiológica a partir de muestras que se enviarán al Instituto Biológico para la confirmación del diagnóstico, señaló el ministerio.
«La información proveniente de las autoridades de los países donde se han descubierto pacientes en los últimos días indica que hay muchos casos entre hombres de la comunidad LGBTI, pero no solo de la comunidad», según el comunicado de Salud.
Las autoridades sanitarias ya anunciaron el jueves que estaban tomando precauciones sobre una posible propagación de la viruela de mono e instruyó al personal médico a que esté atento a esos síntomas, al tiempo que ahora pidió aquellos que regresen del extranjero con fiebre y erupciones de ampollas, que acudan a su médico lo antes posible.
En las últimas semanas se han detectado casos de viruela de mono en Francia, Bélgica, Alemania, Italia, España, Portugal o Suecia; y el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, Hans Kluge, advirtió que los casos pueden dispararse a medida que entramos en la temporada de verano.
De momento los casos detectados de este tipo de viruela no son graves y los síntomas suelen desaparecer a las cuatro semanas. EFE
El país es un desierto y sus recursos hídricos son escasos pero hoy produce un 20 por ciento más del recurso natural que necesita. ¿Qué puede aprender el mundo de esto?
Vista aérea de la planta desalinizadora más grande del mundo en Hadera en Israel. Foto: IDE Technologies Wikimedia Commons GFDL
Por Max Kaplan-Zantopp
¿Cómo es que Israel, un país cuya superficie es más de la mitad desierto, golpeado con frecuencia por sequías e históricamente maldecido por la escasez crónica de agua, se convirtió en una nación que hoy produce un 20 por ciento más de agua de la que necesita?
La demanda de agua de la población en rápido crecimiento de Israel superó tanto el suministro y la reposición natural de agua potable que para 2015 la brecha entre la necesidad y los suministros de agua natural disponibles alcanzó los 1.000 millones de metros cúbicos.
La recuperación en tal escenario parece muy poco probable pero Israel lo consiguió como pionero sin precedentes en innovación tecnológica e infraestructura para evitar que el país se seque.
Las historias de cambios a nivel nacional como esta son escasas hoy dado el impulso del calentamiento global y la falta de voluntad del mundo para escalar las soluciones necesarias para frustrar sus efectos irreversibles.
Unos 4.000 millones de personas -dos tercios de la población mundial- sufren hoy una extrema escasez de agua durante al menos un mes al año debido a la crisis climática pero Israel, gracias a su priorización nacional y a siete décadas de determinación implacable, se convirtió en un salvavidas y una fuente de esperanza para otros países privados de agua.
Organizaciones israelíes como MASHAV, KKL-JNF, EcoPeace Middle East y el Instituto Aravá difunden de forma activa la experiencia, tecnologías y estrategias políticas de Israel con las comunidades vecinas y distantes que sufren crisis endémicas de agua.
El liderazgo de Israel en la gestión sustentable del agua comenzó con la búsqueda de soluciones al primer y principal problema del país: la distribución desigual del agua dulce en todo el país, un inconveniente que el pensador sionista Theodor Herzl reconoció en su libro “La Vieja Nueva Tierra” de 1902 con un “plan fantástico” para transportar agua a grandes distancias.
Esa fantasía comenzó a transformarse en realidad poco después de que Israel declarara su independencia en 1948 cuando las oleadas de nuevos inmigrantes carecían de agua suficiente para beber y cultivar.
Para satisfacer la creciente necesidad, la compañía nacional de agua de Israel, Mekorot, comenzó a construir el Transportador Nacional de Agua.
Esta red de transporte de agua fue diseñada para bombear agua desde el norte del lago Kineret (Mar de Galilea) y transferir el líquido a regionales en el centro y sur de Israel.
Vista aérea de la planta de filtración de agua de Eshkol en el norte de Israel, la primera de su tipo en el país cuando fue construida en junio de 2007 por Mekorot. La planta filtra el agua bombeada del lago Kineret.Foto: Omar Berner Wikimedia Commons CC BY-SA 4.0
Pero tras su finalización en 1964, el 80 por ciento del agua transportada por este sistema fue destinada a la agricultura porque el sistema por sí solo no podría satisfacer las necesidades agrícolas y domésticas.
Por suerte, ya se estaba desarrollando una solución gracias al genio innovador de Simja Blass y su hijo Yeshayahu, que en 1959 comenzaron a idear y aplicar una tecnología de riego por goteo.
Su revolucionario método aplica lentamente agua de forma directa a las raíces de los cultivos a través de una red de tubos, válvulas y goteros.
Claveles crecen en el vivero Ringel de Israel gracias al riego por goteo. Foto: Martin Fischer/Wikimedia Commons
Debido a que este método de suministro evita la mayor parte de la evaporación, las plantas absorben el 95 por ciento del agua que se les aplica, mucho más que el riego por aspersión, por superficie o por inundación.
Con el riego por goteo se podría asignar menos agua a las granjas sin comprometer la producción agrícola.
En 1965, el año siguiente a la finalización del transportador de agua, Blass y su hijo comenzaron a distribuir su novedoso sistema de riego por goteo en todo Israel y establecieron Netafim, que sigue siendo líder mundial en el campo.
En la actualidad, este sistema riega el 75 por ciento de los cultivos de Israel pero solo el cinco por ciento de las haciendas en todo el mundo utilizan actualmente la tecnología debido a las barreras financieras.
A pesar de las ventajas del Transportador Nacional de Agua y los beneficios de conservación del riego por goteo, ambas innovaciones sólo extrajeron líquido de las fuentes de agua dulce muy limitadas de Israel, que se bombeaban más rápido de lo que podían reponerse de forma naturalmente.
Además, la proporción de agua dulce dedicada a la agricultura todavía superaba con creces la cantidad asignada para beber.
A mediados de los años 80, la agricultura utilizaba el 72 por ciento del suministro de agua potable de Israel.
Así fue como los ingenieros israelíes se dieron cuenta de que no se trataba solo de conservar el agua dulce disponible, sino también de aprovechar las fuentes que antes se consideraban inutilizables, como las aguas residuales municipales tratadas y las aguas pluviales.
En 1985 Israel comenzó a enviar aguas residuales tratadas y recicladas a las granjas a través del transportador reduciendo en gran medida la brecha entre la demanda del consumidor y el agua disponible.
Esto se debe a que las aguas residuales de los lavabos, duchas e inodoros no dependen de las fluctuaciones climáticas ni de los patrones climáticos estacionales, sino del crecimiento de la población y el nivel de vida.
Para 2015, Israel había logrado tratar y reciclar el 86 por ciento de sus aguas residuales para operaciones agrícolas, liderando la tabla mundial de recuperación de aguas residuales.
El segundo después de Israel en ese mismo año fue España, que recicló solo el 17 por ciento de sus aguas residuales.
A través de los procesos de tratamiento terciario de Israel, las aguas residuales recicladas se limpian casi hasta niveles de calidad potable antes de llegar a los cultivos para evitar la contaminación.
El objetivo es reciclar el 95 por ciento de las aguas residuales para la agricultura para 2025, dejando mucha más agua potable fresca para las comunidades que la necesitan.
Agua regenerada y desalinizada
Con una entrada diaria de aproximadamente 470.000 metros cúbicos de aguas residuales sin tratar, la planta Shafdan -la más grande de Israel- proporciona alrededor de 140 millones de metros cúbicos anuales de agua limpia y recuperada a las granjas del desierto de Néguev.
De hecho, más del 60 por ciento de la agricultura en el Néguev es abastecida solo por Shafdan.
El reactor biológico en Shafdan, la planta de tratamiento de aguas residuales más grande de Israel. Foto: Abigail Klein Leichman
Además de eso, la organización israelí de desarrollo verde KKL-JNF construyó 230 embalses que almacenan aguas residuales tratadas para uso agrícola.
Cada año, estos diques agregan más de 260 millones de metros cúbicos de agua a la economía del agua de Israel.
El KKL-JNF también estableció varios proyectos de biofiltros en los que las plantas eliminan casi el ciento por ciento de los contaminantes de la escorrentía de aguas pluviales urbanas para habilitar una fuente adicional de agua municipal no potable y riego agrícola.
Primer sistema de biofiltración de aguas pluviales de Israel construido por KKL-JNF en Kfar Sava. Foto cortesía del Centro para Ciudades Sensibles al Agua en Israel
Para 1997, Israel había logrado reducir la proporción de agua de la agricultura al 63 por ciento pero las sequías persistentes a mediados de los años 90 hicieron que Israel volviera su atención al excedente de agua de mar a lo largo de su costa mediterránea.
En 1999, el Gobierno inició un programa de desalinización por ósmosis inversa de agua de mar a gran escala y a largo plazo que culminó con el establecimiento de cinco instalaciones de desalinización operativas: la Planta Ashkelon (2005) capaz de producir 118-120 millones de metros cúbicos de agua potable por año; Palmajim (2007), que ahora produce entre 90 y 100 millones de metros cúbicos anuales, Hadera (2009) capaz de producir 127 millones de metros cúbicos cada año; Sorek (2013), que produce 150 millones de metros cúbicos anuales; y Ashdod (2015 ), que produce 100 millones de metros cúbicos al año.
Las Estrellas de David marcan la planta desalinizadora de Sorek en Israel. Foto: Abigail Klein Leichman
Israel tiene dos plantas de desalinización más en desarrollo, una de las cuales está destinada a estar operativa para 2023. Ambas tendrán una capacidad combinada de 300 millones de metros cúbicos por año.
Una vez finalizada la séptima instalación, el agua desalinizada cubrirá hasta el 90 por ciento del consumo anual de agua industrial y municipal de Israel.
Para seguir siendo resistente en los años venideros proyectados por la sequía, en 2018 el Gobierno israelí actualizó su desalinización con el objetivo de producir 1.1000 millones de metros cúbicos de agua desalinizada para 2030.
El consumo per cápita de agua natural fresca renovable de Israel se redujo de forma drástica: de 504 millones de metros cúbicos en 1967 a 98 en 2015, año en que el agua desalinizada y reciclada representó casi la mitad del consumo de agua de Israel.
Una innovación cultural
Israel continúa mejorando la eficiencia, filtración y capacidades de producción de su cartera de conservación de agua con muchos sistemas tecnológicos mejorados y acuerdos regionales pero la tecnología debe ir acompañada de hábitos de consumo controlados.
De lo contrario, el país podría correr el riesgo de agotar sus recursos o sufrir escasez por muy sustentable que sea su suministro de agua.
Debido a que los colonos judíos sintieron las luchas crónicas por el agua de Israel incluso antes de la fundación del Estado, el valor de ahorrar agua rápidamente se convirtió en una segunda naturaleza.
En medio de sequías consecutivas a lo largo de la década de 2000, la Autoridad del Agua de Israel lanzó campañas de concientización por televisión, radio e Internet instando al público a ahorrar agua. .
Una de esas campañas estaba dirigida a los niños a través de una serie de programas de televisión de dibujos animados que enseñaban la importancia de ahorrar agua a través de medios simples, nutriendo a generaciones de ciudadanos conscientes.
La campaña de concientización más importante se produjo en 2009 y contó con la participación de celebridades israelíes Ninet Tayeb, Bar Rafaeli y Moshé Igvy hablando honestamente sobre la disminución de los niveles de agua del Kineret y la necesidad imperiosa de consumir agua con moderación.
Mientras hablaban, sus rasgos faciales comenzaron a agrietarse y pelarse. Esto hizo que la escasez de agua fuera algo personal y condujo a una reducción del 18 por ciento en el consumo de agua en las zonas urbanas.
La combinación de soluciones de alta tecnología y conciencia cultural nacional realmente distingue el programa de conservación de agua de Israel de tantos otros.
Israel logró asegurar su economía del agua porque todos entendieron la gravedad de la situación, desde los líderes de Israel hasta sus ciudadanos.
Aunque probablemente será más costoso y difícil escalar infraestructuras y soluciones similares en áreas como California, que necesita más de 11 billones de galones de agua solo para ponerse al día con su déficit actual, Israel comparte su experiencia a nivel internacional.
Para los países que luchan por expandirse o incluso comenzar estrategias de conservación de agua, Israel es un actor global clave para ayudar al mundo a aprovechar al máximo sus suministros de agua.
Fuente: ISRAEL21c
Pacífico Comunicaciones
Victor Villasante
La guerra de Ucrania podría tener efectos desestabilizadores en toda la región.
Rîbnița, zona norte de Transnistria – Foto: Wikipedia – CC BY-SA 2.5
Ricardo Angoso
Ya nadie descarta que Putin trate de extender su corredor territorial desde el Donbás hasta Transnistria después de devastar las ciudades de Mariúpol y Odesa, pero también en el punto de mira de Rusia están Georgia, Armenia, Polonia y las repúblicas bálticas. El conflicto apenas acaba de comenzar y no se sabe a ciencia cuándo terminará esta guerra que se prevé sea más larga que el paseo militar que esperaban los estrategas del Kremlin.
Hace más de treinta años, concretamente en julio de 1991, estallaba la guerra de los diez días entre la recién independizada Eslovenia y las tropas federales del ejército yugoslavo, en lo que parecía ser una escaramuza más entre ambas fuerzas y que, sin embargo, acabó desembocando en un sinfín de guerras civiles yugoslavas. La batalla, que apenas duró dos semanas y terminó con la derrota de los yugoslavos de una forma humillante, dio paso después a las guerras croata, bosnia, macedonia y, años más tarde, al no cerrado conflicto de Kosovo, que comenzó en el año 1999. Casi diez años duró esta tragedia que dejó en el camino miles de muertos, millones de refugiados y desplazados y una destrucción material y económica de la que apenas han ido saliendo estos países de la región balcánica.
De la misma forma que entonces, conocemos hoy cuándo y cómo comenzó la guerra de Rusia contra Ucrania, pero nadie sabe a ciencia cierta cuándo será el final y cuántos países se verán inmersos en la misma. Por ahora, todos los vecinos de Ucrania, pero sobre todo Eslovaquia, Hungría, Moldavia y Polonia, y en menor medida Bielorrusia, ya están sufriendo en sus carnes la llegada de auténticas riadas de refugiados y eso que apenas la crisis acaba de comenzar. Ya podrían haber salido de Ucrania casi unos seis millones de refugiados, aunque, sin embargo, el número podría aumentar vertiginosamente porque, según ha anunciado el ACNUR -Alto Comisionado de las Naciones para los refugiados-, hay unos doce millones de ucranianos atrapados dentro del país en zonas de conflicto que previsiblemente acabarán saliendo del país ocupado y agredido para buscar refugio en los países vecinos.
A esta contingencia humanitaria, que ya bordea los de catástrofe y los límites de la capacidad de atención de estos países, que han tenido un comportamiento ejemplar y digno, hay que añadir que Rusia trata de desestabilizar con todos los medios a la región. Los civiles, tal como hemos visto a través de las imágenes que nos llegan de Ucrania, se han convertido en un objetivo militar de Rusia, bien sea para eliminarlos físicamente en sus casas reducidas a añicos por la aviación rusa o la artillería o para obligarlos a marcharse causando daños a todos sus vecinos, que tendrán que dedicar ingentes recursos humanos y económicos para atenderles en sus necesidades sanitarias, educativas, alimenticias y de vivienda.
En los últimos días, en una acción coordinada de Moscú por provocar una crisis regional de más alto calado que la agresión a Ucrania, Moldavia ha denunciado a ocho agentes secretos rusos de haber provocado las acciones terroristas que se han producido en Transnistria en las últimas semanas. El objetivo de las mismas es forzar a Rusia a una agresión parecida a la Ucrania contra Moldavia y anexionarse Transnistria en aras de garantizar la “seguridad” de la comunidad rusa de dicha región. Argumentos falaces y ruines para justificar otra guerra.
Cabe la pena recordar que desde el año 1991, cuando estalló la guerra civil en Moldavia, entre el gobierno de Chisinau y las milicias separatistas de Transnistria, Rusia apoyó descaradamente a los secesionistas y fomentó la creación de una entidad ilegal en la región recién “independizada” con la ayuda del XIV Ejército ruso. La situación de Transnistria se ha mantenido desde 1992 inalterable y todas las tentativas de búsqueda de una solución política entre las partes han fracasado, en gran medida porque Rusia quiere mantener su papel de mediador y evitar, a toda costa, la entrada de este país en la UE y la OTAN, tal como desea el ejecutivo proeuropeo de Moldavia y que Moscú se niega a aceptar.
Ya un general ruso, participante en la agresión a Ucrania, ha anunciado que el objetivo final de la campaña rusa en Ucrania podría ser el extender el corredor “humanitario” que los rusos trazan a sangre y fuego en este país hasta la región fronteriza entre el país agredido y Moldavia. De cumplirse este objetivo, que pasaría también con la toma de la estratégica ciudad de Odesa, tan importante como la devastada y ciudad mártir de Mariúpol, no cabe duda que los rusos no se detendrían a las puertas de Moldavia sin anexionarse la ahora aislada y desconectada Transnistria. Por lo pronto sus habitantes, rusos y de origen moldavo, conocedores de la brutalidad rusa y de cómo se las gastan las fuerzas de Vladimir Putin, han huido por miles llevándose las pocas pertenecías que podían en sus autos hacia Moldavia e incluso la bombardeada Ucrania.
TRANSNISTRIA, ARMENIA, GEORGIA…
Si se consumara el crimen contra Transnistria, algo que no se debe descartar dado el comportamiento genocida y criminal del sátrapa de Moscú, los demás vecinos, tales como Armenia, Georgia, Polonia y las “traidoras” -según el argot de Moscú- repúblicas bálticas, también estarán en peligro. Armenia ya fue castigada por Moscú, en septiembre de 2020, tras un ataque de Azerbaiyán a la región de Nagorno Narabah, que fue casi ocupada por los azeríes para gran humillación de los armenios que perdían tierras que les habían pertenecido durante siglos. Los coqueteos políticos y diplomáticos de Armenia con los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) provocaron la pasividad rusa ante este ataque de los azeríes, con la inestimable ayuda militar y material de Turquía, y tan solo intervinieron cuando vieron que su antaño fiel aliado estaba a punto de colapsar. Rusia después, como país “pacificador”, impuso un plan de paz a su medida y la presencia de un contingente militar ruso en la zona para evitar enfrentamientos entre las partes, pero Armenia perdió unos siete mil kilómetros cuadrados para siempre. Armenia nunca más volverá a tratar de reorientar su política exterior hacia Occidente porque la bota rusa se lo impedirá. Así se las gastan los rusos con sus “hermanos” y “amigos”.
Georgia, que también tenía en su punto de mira un acercamiento y una previsible integración en la OTAN y la UE, también se lo pensará dos veces tras la violenta y salvaje agresión de Rusia a Ucrania. Ya con dos regiones ocupadas -Osetia del Sur y Abjasia- los georgianos saben que Rusia no dudaría en volver a intervenir si las negociaciones con la OTAN avanzaran en buena dirección; los georgianos ya tuvieron en la nuca al «oso” ruso, en el año 2008, en que casi el ejército ruso llega hasta la capital misma de Georgia, Tiflis. Aunque existe el temor de que Rusia podría atacar algún día a algún miembro de la OTAN, como Polonia o los países bálticos, no parece que eso vaya a ser un escenario muy probable, ya que tal ataque provocaría una segura tercera guerra mundial, armamento nuclear por medio, y sería la segura destrucción de todos los participantes en la misma. Veremos qué pasa.
Fuente :Aurora Digital
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